Una historia sobre vino, vides antiguas y el equilibrio

Condes de Albarei ha aprovechado la avanzada edad de una parte de sus viñedos para elaborar albariños con una personalidad única. La longevidad de esas plantas contribuye a obtener una uva de gran calidad

Es el del vino un mundo prolífico en relatos. Generoso en crónicas sobre tierras y personas. Un universo que bebe de siglos de experiencia. De dedicación y esfuerzo. Hoy, sin ir más lejos, les vamos a contar una historia sobre vino, vides antiguas y el equilibrio perfecto. De cómo Condes de Albarei ha creado algunos de los albariños con más personalidad del mercado gracias, precisamente, a su historia. A la edad de los viñedos que trabajan cada día muchos de sus socios y al profundo conocimiento que han acumulado tras décadas de producción.

Porque en el mundo del vino, el tiempo es un regalo. Una virtud. Aquello que evocaba con frecuencia el poeta Jerzy Lec: «La juventud es un regalo de la naturaleza, pero la edad es una obra de arte». Después de décadas de trabajo, Condes de Albarei, sus técnicos y sus viticultores, han identificado sus viñedos más longevos para extraer lo mejor de ellos.

La bodega cuenta hoy con un valioso patrimonio de viñedos con más de 40 años de vida de los que extraer una materia prima única. Distinta. Singularmente valiosa. La matriz de albariños como Albarei Orixe, una elaboración procedente de las cepas viejas.

Un vino que fermenta en barricas de roble francés con una crianza de tres meses. Un capricho para los sentidos y una referencia obligada en la bodega de cualquier amante de este fascinante cosmos. Un vino en el que no resulta difícil encontrar el equilibrio perfecto.

La edad, argumenta Alberto Barral, responsable de viticultura de Condes de Albarei, «es un activo muy valioso. Y lo es porque hablamos de plantas completamente equilibradas, de las que obtenemos una materia prima en la que puedes encontrar una intensidad de aromas óptima. Obviamente no tan productivas como vides más jóvenes, pero sin duda con una densidad y calidad en los matices increíble».

Pero no solo en la edad de los viñedos se encuentra el éxito de elaboraciones como Albarei Orixe. Sería injusto llegados a este punto no detenerse en la propia historia de la bodega. No hay que olvidar que se trata de una de las fundadoras de la Denominación de Origen Rías Baixas. Una referencia indispensable cuya contribución a la consolidación y expansión de la DO ha sido reconocida en múltiples ocasiones.

Y, por supuesto, en sus viticultores. El alma de este proyecto. Un activo de incalculable valor que explica en buena medida por qué Condes de Albarei ha logrado contar con un contingente de vides antiguas con las que producir vinos avalados por crítica y público.

«En Condes de Albarei –advierte Barral- es el propio viticultor el que cuida de su parcela, siempre contando con el apoyo del equipo técnico de la bodega. A priori podría parecer un obstáculo, pero en realidad es una oportunidad», detalla.

Lo es, sin duda. El conocimiento que los viticultores de Condes de Albarei han alcanzado de los viñedos sobre los que trabajan es tan exhaustivo que, a la postre, se traduce en un cuidado planta por planta. Una suerte de artesanía vinícola integrada hoy en el ADN de la bodega. Algo impensable en la mayoría de las DOs del mundo y que tiene también algo que ver con la atomización de la propiedad que caracteriza el territorio gallego.

Sea como fuere, ese mimo con el que se trabaja la tierra ha permitido al equipo de viticultura de la bodega caracterizar un valioso patrimonio de viñedos añejos. Forjar día a día esta historia sobre vino, vides antiguas y el equilibrio perfecto. Viñedos de oro con los que dar forma a un conocimiento acumulado durante décadas en forma de vino. Una de aquellas cuatro cosas de la vida, decía el genial Francis Bacon, a las que el tiempo le sienta muy pero que muy bien.

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